viernes, 25 de enero de 2019

LA GRACIA DE DIOS EN LA CAÍDA DEL HOMBRE (Génesis 3:1-24).

El libro de Génesis es una maravillosa exposición de Dios. Es el libro de teología por excelencia. Una lectura motivada por la devoción, mostrará al Dios verdadero en todo su esplendor. No he leído otro libro que revele al Creador como lo hace el Génesis; y en el presente capítulo, se nos muestra otra de las cualidades de nuestro Dios, su gracia.

¿Qué es la gracia de Dios? Sin entrar en términos técnicos y a veces sumamente complicados, diremos sencillamente que se trata de la respuesta de Dios ante la más grande necesidad humana. La gracia de Dios exhibe la misericordia y el amor de Dios por el hombre. Aún cuando el hombre es culpable delante de su presencia, y aún cuando fuese justo castigarlo, Dios primero ofrece el perdón, y proporciona el medio para lograrlo.

En Génesis aprendemos sobre el origen del hombre, y también sobre su caída. La caída hace referencia al momento en que el hombre dejó de tener comunión con Dios. Es el momento en que el hombre decide tomar su propio camino. Es el momento en que rechaza la voluntad de Dios para seguir su propio corazón y rendirse a sus deseos.  La humanidad existente hasta ese día, por decisión propia, fue sumergida en la más densa oscuridad espiritual y mental. El pecado entró en el corazón del hombre e hizo allí su habitación. La muerte se hizo presente como efecto natural de tan lamentable decisión y en ese terrible instante cuando el hombre pecó contra Dios y contra sí mismo, el hombre murió y así quedó separado espiritualmente del Dios Todopoderoso.

A partir de la caída, el hombre se volvió impotente y torpe. La inocencia y sabiduría con que Dios lo había creado, fue dañada. Sus pensamientos se tornaron malvados. Su visión de la vida se hizo gris y su experiencia se tornó sumamente amarga. Perdió su capacidad para mantener una relación correcta con su creador. Perdió su capacidad de vivir en armonía consigo mismo y con otros humanos, por muy cercanos a él que fuesen.

En medio de esta desgracia, Dios buscó al hombre perdido. Aunque intencionalmente el hombre quiso alejarse y esconderse de Dios, aún así el dador de vida buscó establecer una relación con él. Consideremos los hechos de Dios en medio de este asunto. Veamos como es que, en medio de tanta sombra de muerte, una luz de vida y esperanza brilló como la más importante y característica obra de Dios para con el hombre pecador.

LA RAZÓN DE LA CAÍDA.

La caída del hombre se produjo, por dejar de confiar en la palabra de Dios. ¿Qué es lo que el hombre sabía con respecto al árbol de la ciencia? ¿Qué es lo que Dios le había mandado? En el versículo 3, Eva lo expresó así, “del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis” (Génesis 3:3).  Las palabras de Dios no fueron difíciles de entender. Fueron sencillas y claras, como quien entrega instrucciones a un inocente niño. Eva aprendió que no debía comer de su fruto, dada la consecuencia mortal de hacerlo. Por tanto, concluyó que no debía ¡ni tocarlo!  Cuando uno oye y cree a la Palabra de Dios, está consciente de los límites que deben existir en nuestros hechos y pensamientos, para no dañar nuestras vidas. De hecho, uno está seguro cuando oye y cree la Palabra de Dios (cfr. Salmo 119:105; Proverbios 4:4, 7).

miércoles, 23 de enero de 2019

EL CORDERO PROMETIDO (Génesis 3:1-21).


Aquí es donde bien podemos decir, que por primera vez se anuncia el evangelio en toda la Biblia.   Sí, aquí, en medio de la tragedia más grande del hombre, está también la revelación de la mayor esperanza del hombrePorque es en este relato de pecado, juicio y muerte que encontramos por primera vez el mensaje del salvador y la Persona del Cordero de Dios. 

Consideremos el contexto.  Dios ha hecho al hombre a su imagen.   Él creó al hombre en perfecta inocencia y lo colocó en un ambiente perfecto.   A Adán se le ha dado dominio sobre toda la creación del Señor y se le ha presentado un compañero perfecto, una mujer llamada Eva.   Viven una existencia idílica, libre de dolor, enfermedad, muerte y tristeza.   Se satisfacen todas las necesidades que tienen y disfrutan de una comunión ininterrumpida y sin trabas con Dios mismo (Génesis 2:8-9). La única restricción que tienen se refiere al fruto de un árbol que se encuentra en el Jardín del Edén. Este árbol se llama, “el árbol de la ciencia del bien y del mal” (Génesis 2:9). Se advierte a Adán que se mantenga alejado de este árbol, porque comer su fruto, resultará en traer a la muerte a este mundo (Génesis 2:15-17; Romanos 5:12).

Bueno, durante un período indefinido de tiempo las cosas van bien en el Jardín, hasta que un día, cuando Eva se encuentra con aquella serpiente antigua, entonces la historia sufre un cambio radical y terrible. Esta serpiente le dice que Dios les ha mentido, que no morirán. Le dice que, la razón por la cual se les ha prohibido comer del árbol, es porque, cuando lo hagan, serán como Dios. Eva observa al fruto, y considera todas y cada una de sus características y beneficios; y entonces sucumbe a la tentación. Adán también cree a la misma mentira, y come así como ella.

Y así, ¡en un instante todo cambia! Ya no son inocentes y puros, sino que se han convertido en pecadores. Se han convertido en seres caídos. Inmediatamente se dan cuenta que todo ha cambiado. Se avergüenzan por su condición desnuda y tratan de cubrirse con hojas de higuera (v. 7). En medio de esta tragedia, Dios entra en el Jardín para tener comunión con ellos. Él los llama porque se han escondido (v. 8). Dios sabe lo que han hecho y extrae una confesión de Adán (v. 10-12). Entonces comienza el juego de la culpa. Adán culpa a Eva y a Dios, mientras que Eva culpa a la serpiente (v. 12-13). Dios pronuncia juicio de inmediato sobre Adán, Eva y la serpiente; y Dios los echa del Jardín del Edén.

Sin embargo, justo en medio de esta tragedia hay un destello de esperanza. El versículo 15 brilla en esta oscuridad como un gran faro, que ilumina la asombrosa gracia de Dios. Este versículo ha sido llamado el “Protoevangelium”.  Esa es una palabra latina que significa “Primer Evangelio”. Aquí, en forma de semilla, está el Evangelio de la salvación a través de la gracia de Dios. Aquí, por primera vez, vemos un vistazo del Cordero de Dios, que más tarde se entregará a sí mismo. Aquí, tenemos las primeras pinceladas que anuncian el calvario, que dibujan la cruz para redimir al mundo perdido y muerto en el pecado. Aquí podemos ver el primer punto en el hijo escarlata de la redención que se abre camino a través de toda la Palabra de Dios. Este precioso versículo nos da la primera promesa en las Escrituras con respecto al cordero venidero.  Este pasaje revela verdades preciosas con respecto al cordero prometido. Le pido por favor me acompañe en todo este mensaje, donde estaremos meditando en el cordero prometido. 

EL CORDERO PROMETIDO ES ÚNICO.

Este cordero es único en su origen. Haciendo referencia a la mujer, en el versículo 15, se habla de “tu simiente”, indicando que este cordero será de la semilla de la mujer. Esta es una declaración interesante porque, según el diseño de Dios, la “semilla” es proporcionada por los miembros masculinos de cada especie. Pero aquí, se nos dice que la mujer producirá una descendencia sin la intervención de un hombre. Este versículo nos da el primer núcleo de una gran verdad que se revelará más completamente en el resto de la Biblia. Este verso es la primera profecía del nacimiento virginal del Señor Jesucristo. 

Yo no sé si Adán y Eva, así como el diablo mismo entendieron estas palabras, pero Dios fue bien específico en que enviaría a su cordero al mundo a través de una mujer sin la participación de un hombre.  Hoy sabemos que así fue exactamente como Jesús fue concebido. El profeta Isaías hizo eco de dicha promesa diciendo, “He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.” (Isaías 7:14). Fue exactamente eso lo que anunció el ángel Gabriel, tanto a la sorprendida virgen María (Lucas 1:26-35), como al mismo José, justo cuando pensaba dejar secretamente a su virgen esposa, por estar ella esperando un hijo que no era suyo (Mateo 1:18-25).

¿Porque es esto tan importante? La Biblia enseña claramente que el pecado y sus consecuencias mortales, fueron consecuencia de lo que hizo “un hombre” (Romanos 5:12). Por tanto, ningún hombre es candidato para ser el salvador de otros, pues “No hay justo, ni aun uno; 11No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. 12Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. 13Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; 14su boca está llena de maldición y de amargura. 15Sus pies se apresuran para derramar sangre; 16quebranto y desventura hay en sus caminos; 17y no conocieron camino de paz. 18No hay temor de Dios delante de sus ojos” (Romanos 3:10-23). Un hombre no puede ser el salvador, necesitando él mismo ser salvado. ¿Quién entre los hombres es libre de culpa? Pablo dice que “todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23).  Todos los que somos descendientes de aquel primer hombre, hemos heredado su misma naturaleza mortal. Por lo que todos y cada uno nos pudriremos al morir (Juan 11:39). No obstante, se anuncia la venida de un hombre que no nace bajo los términos convencionales y naturales que existen entre un hombre y una mujer. Por eso, la concepción de este salvador prometido es muy diferente a todos los nacimientos del mundo.

El cordero prometido vendría a este mundo, “nacido de mujer” (Gálatas 4:4), pero siendo “concebido del Espíritu Santo” (Mateo 1:18). Él sería más que “carne” (Juan 3:6), sería “el Hijo de Dios” (Juan 11:27). Fue así que él es el único calificado y aprobado para ser ofrecido como propiciación por nuestros pecados (Éxodo 12:5; Levítico 22:20; 1 Pedro 1:19; 1 Juan 2:2; 1 Juan 4:10). Esto hizo que el nacimiento de Jesús sea particularmente único. No fue un bebé común, sino que fue Dios en la carne (Juan 1:1, 14; Filipenses 2:8-11).

Este cordero es único en su obra. Este cordero venía al mundo para luchar contra las fuerzas del mal. Se nos dice que venía a “herir” la cabeza de la serpiente. Esto se refiere a una lesión fatal. Este cordero venía a este mundo, no para mostrar a los hombres una mejor manera de vivir. No venía a mejorar su entorno. No venía a mejorar su posición social. Venía a derrotar al mal. Esa fue su única misión (Juan 18:37; Hebreos 7:14). Este cordero prometido venía a liberar a la humanidad del pecado en el que acababa de caer. Muchos hombres y mujeres lucharían contra el mal a lo largo de los años, pero solamente este cordero prometido le daría un golpe mortal. Él venía a hacer para los hombres lo que nunca podrían hacer por sí mismos.   Él venía para asegurar su libertad y salvación del pecado.

EL CORDERO PROMETIDO Y SU PROPÓSITO. 

Él vendría como guerrero. La palabra “enemistad” no implica concordia o paz. Por supuesto, nos recuerda el cuidado y alejamiento natural que los humanos tienen por las serpientes, pero aquí hay mucho más que eso. La enemistad o el odio referido aquí es mucho más profundo que el de un hombre que odia a una serpiente. Se refiere al odio que Satanás posee hacia el Señor y todo lo que el Señor representa. Se refiere al odio que residía dentro del corazón del diablo que lo hizo atacar a Adán y Eva en el Jardín y los tentó a pecar. Es un odio que no desea nada menos que el derrocamiento del Señor y su reino. Es un odio que exige la muerte de Dios y la instalación de Satanás como soberano. Esa es la batalla que se estaba librando en Edén. Tenía menos que ver con la humanidad que con el deseo de Satanás de hacer la guerra al Dios Todopoderoso.

Se nos dice que el que viene, viene a este mundo como un guerrero. Él venía como uno que se involucraría en la guerra con un enemigo determinado. Él tomaría la lucha que Adán había perdido en el Jardín del Edén.   ¡Él vendría a luchar contra Satanás!

Por supuesto, Jesús hizo precisamente eso. Desde el momento en que se dio esta profecía en Génesis 3:15 hasta el momento en que Jesucristo murió en la cruz y resucitó de entre los muertos, Satanás hizo todo lo que estuvo a su alcance para evitar que “la simiente de la mujer” naciera. Trabajó a través de Caín para matar a Abel (Génesis 4; 1 Juan 3:12).   Él buscó corromper la línea de sangre humana a través de matrimonios malvados (Génesis 6). Trató de matar a la gente de Israel en Egipto (Éxodo 1-2). Trató de provocar su destrucción llevándolos a una grave idolatría durante los años del reino de Israel, ¡pero no pudo!

Luego, cuando Jesús nació, Satanás trató de destruirlo cuando era un bebé (Mateo 2; Apocalipsis 12). Lo tentó para que sucumbiera ante al pecado (Mateo 4). Intentó que Jesús reclamara la corona sin ir a la cruz (Juan 6). Trató de matar al Salvador en el Jardín de Getsemaní para evitar su llegada a la cruz (Lucas 22), porque, llegando a la cruz, ¡la derrota sería una realidad para él! (Hebreos 2:14). Jesús, el bendito Cordero de Dios, vino a este mundo como un poderoso guerrero para ganar la lucha contra las fuerzas del mal y de la serpiente.

Él vendría como un ganador. Dios dijo a la serpiente, “tú le herirás en el calcañar”, haciendo referencia a la herida que hará el maligno a la simiente de la mujer. Pero, también se dice que la simiente de la mujer ¡le herirá en la cabeza! Este contraste entre “cabeza” y “calcañar”, hace hincapié en que la herida que la serpiente hace a la simiente de la mujer no es fatal.  Es interesante que la palabra “herir” bien puede ser entendida como “golpear”. ¿Qué efecto puede tener un golpe en el calcañar, en comparación con un golpe en la cabeza? La serpiente podría golpear el talón del Cordero, pero el Cordero aplastará la cabeza de la serpiente.       

Por supuesto, esto se cumplió en la cruz.   El Cordero de Dios soportó la muerte por los elegidos de Dios, ¡pero la muerte no pudo retenerlo! Al tercer día, exactamente como se había anunciado, se levantó de entre los muertos como el vencedor en la batalla más grande jamás librada.   Pero, con su muerte y resurrección, Él infligió un golpe mortal a la serpiente que, finalmente, terminará con él condenado a una eternidad en el eterno lago de fuego (Apocalipsis 20:10). 

La batalla inició desde el principio, y se extendió por toda la historia bíblica hasta el calvario. Fue allí cuando el cordero de Dios quedó en pie como el único vencedor. Ahora, todos los que le conocen disfrutarán de su victoria, gozando de las más ricas bendiciones espirituales. Cuando se levantó de entre los muertos, “primicias de los que durmieron es hecho” (1 Corintios 15:20); y como tal, él promete vida eterna a todos los que le obedecen (Hebreos 5:9), y victoria aún sobre la muerte misma (Juan 5:24; Juan 11:25-26). Como cristianos, no solo estamos en el lado ganador, ¡estamos con el que ya ha ganado!

EL CORDERO PROMETIDO – UN RETRATO DE SU PERSONA.           

Dice Génesis 3:25, “Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió”. Mis hermanos, después de que Dios pronuncia juicio sobre los culpables, Él hace algo muy notable. Hace algo que nos debe llamar mucho la atención. Dios mismo lleva a cabo un sacrificio y usa su piel para hacer prendas para Adán y Eva.  En esta escena tan gráfica de la muerte, hay un maravilloso retrato del sacrificio del Cordero de Dios.

Es un retrato de sacrificio. ¿Alguna vez se ha imaginado el horror que debe haber llenado los corazones de Adán y Eva cuando fueron testigos, por primera vez, de la muerte de un ser vivo? Nunca antes habían visto sangre. Pero ahora, miran cómo Dios, con sus propias manos, sacrifica un animal para cubrir su vergüenza, para cubrir su desnudez. Fue en ese momento que vieron de primera mano el costo de su pecado.  Para que la vergüenza del hombre pueda ser cubierta, es necesario un sacrificio.  

Lo que vemos en este versículo es un retrato claro de lo que el Cordero de Dios haría a favor nuestro. Recuerda que Jesucristo es el Hijo de Dios.  Recuerda que Él nunca había pecado (1 Pedro 2:22), y por tanto, no merecía morir.  Recuerda que vino a este mundo para ser herido en el talón, pero también para aplastar la cabeza de la serpiente.

Ahora, no intente mirar hacia otro lado del Calvario. Vea el Cordero de Dios clavado en una cruz. Mire a sus atormentadores mientras escupen en su rostro. Mírelos mientras le arrancan la barba de sus mejillas. Escuche mientras se burlan de él.  Lo maldicen y lo ridiculizan.  Fíjese como es que, a pesar de que vino a este mundo para salvarlos, ellos mismos lo entregan para que lo crucifiquen.  ¿Puede escuchar el sonido del látigo mientras los golpes crueles y sin misericordia golpean una y otra vez sobre su espalda? ¿Puede percibir la agonía cuando él está clavado en esa cruz de madera, siendo levantado para ser puesto entre el cielo y la tierra para morir? Mírelo mientras la sangre brota de las heridas en su cabeza, su espalda, sus manos y sus pies. Mírelo mientras la sangre corre por la cruz, acumulándose entre las imperfecciones del suelo.  

Entienda que todo por lo que Él pasó; cada franja en su espalda; cada agonía que sufrió; cada desgracia que soportó; todo lo que sufrió durante su vida, su prueba y su muerte fue por sus pecados. El profeta dice que “fue desfigurado de los hombres su parecer” (Isaías 52:14), y lo hizo por usted. Él sangró por usted, y Él murió por usted (Isaías 53:4-6).

Tenga en cuenta que el Calvario es la tribuna desde donde Dios publica su evangelio. Es el lugar desde donde Dios grita su amor por el hombre caído (Romanos 5:8). Vea esa escena una y otra vez y considere cuál es el costo de su pecado. Vea la cruz y tome en cuenta el amor ilimitado que Dios ha mostrado por nosotros como pecadores. Vea al salvador sufriente, ¡y viva por ello!

Es un retrato de suficiencia. Después de que Adán y Eva pecaron y estuvieron consciente de su desnudez, intentaron cubrirse haciendo delantales de hojas de higuera. Pero, sus esfuerzos fueron insuficientes, tanto que aún se sentían desnudos. Por eso Dios sacrificó un animal inocente para proporcionar una cubierta para sus cuerpos. Dios quiso mostrarles, y a nosotros también, que las obras de la carne nunca pueden expiar o cubrir nuestros propios pecados. No hay nada que el hombre pecados pueda hacer para lograr la expiación de su propio pecado. Y así como ese día se hizo necesario el sacrificio de un inocente para cubrir su vergüenza, así se hizo necesario que el Cordero de Dios hoy en día fuese sacrificado para expiar nuestro pecado. Recuerde que “sin derramamiento de sangre no se hace remisión” (Hebreos 9:22), pero dado que el sacrificio del hombre no es eficaz contra el pecado, entonces la sangre del Cordero inocente es la única que puede lograr nuestra redención (cfr. Hebreos 9:22, 14).

Esta es una imagen clara de la incapacidad del hombre para hacerse presentable a Dios a través de sus propios esfuerzos. Como bien dijo el profeta, “todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento”. (Isaías 64:6). No obstante, a través de la historia el hombre siempre ha tratado de “cocer vestiduras” para justificarse a sí mismo. No obstante, los esfuerzos del hombre nunca podrán lograr cubrir sus pecados, porque la vista del Dios todopoderoso es tan penetrante como su propia palabra, la cual, “penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12). Con las “hojas” podrá cubrir solamente aquello que ven los ojos humanos, pero no podrá cubrir aquello que está a la vista de Dios: “porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16:7).  Con las “hojas”, es evidente que “Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión; pero Jehová pesa los espíritus” (Proverbios 16:2; Jeremías 17:10). Por tanto, el hombre necesita una cubierta que pueda cubrir todo aquello que ha sido manchado por el pecado. Cuando Jesús, el Cordero de Dios, vino a este mundo y murió en la cruz, proporcionó una cobertura suficiente para el pecado del hombre.  Cuando una persona obedece el evangelio y nace de nuevo, recibe vestiduras blancas para cubrir su vergüenza (Apocalipsis 3:19); y así, “ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia… sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe” (Filipenses 3:9). Así que, usted puede cocer todas las hojas que quiera, sea una falsa religión, sean buenas obras, sea su vida moral, pero nada de eso puede cubrir su vergüenza, su pecado. Solamente el Cordero de Dios es suficiente. Él es “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).

CONCLUSIÓN.

Fue un día lamentable cuando Adán y Eva pecaron en el Jardín del Edén. Nuestro mundo sería muy diferente de nunca haber acontecido dicha tragedia. Sin embargo, debemos estar agradecidos con Dios por ser misericordioso ante nuestra necesidad de salvación. Él envió a su Hijo al mundo para ser ofrecido como propiciación por nuestros pecados. ¿Está usted viviendo conforme a ese sacrificio? ¿Se ha beneficiado usted de él, o sigue confiando en las “hojas”?

lunes, 21 de enero de 2019

Un examen del matrimonio entre personas del mismo sexo (Génesis 2:18-25).


Como la mayoría de ustedes saben, en México se ha generado un gran debate sobre los matrimonios entre personas del mismo sexo. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2015 se registraron 558 mil matrimonios. De estos, el 99.7% correspondieron a uniones legales de personas de distinto sexo, mientras que 1,749, es decir el 0.3% fueron matrimonios legales entre población del mismo sexo.[1]  En México, la legalización de los matrimonios homoparentales inició a escala local desde el 2009, cuando la Asamblea Legislativa del Distrito Federal aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo. Luego se sumaron Quintana Roo, Coahuila, Chihuahua, Nayarit, Jalisco, Guerrero, Campeche, Michoacán, Morelos, Colima y Chiapas. Según Miguel Ángel Morales Sandoval, Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM, y Graciela Gutiérrez Garza, Economista por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores Monterrey, “Mientras en todo el país, los matrimonios heterosexuales tienden a la baja y el número de divorcios va en crecimiento, las parejas del mismo sexo —al menos en las estadísticas— parecen gozar de una mayor estabilidad”.

En el año 2016, el expresidente Enrique Peña Nieto envió al Congreso una iniciativa de reforma para incluir en el artículo 4o. Constitucional el derecho al matrimonio igualitario que además contempla la adopción, tal y como lo determinó la Suprema Corte de Justicia de la Nación para así contar con un modelo nacional. El expresidente anunció que se buscaba “reconocer como un derecho humano que las personas puedan contraer matrimonio sin discriminación alguna… Es decir, que los matrimonios se realicen sin discriminación por motivos de origen étnico o nacional, de discapacidades, de condición social, de condiciones de salud, de religión, de género o preferencias sexuales”. No obstante, y después de un intenso debate que se extendió por todo el país, la iniciativa presidencial fue desechada en el Congreso.  El debate sigue, pero poco a poco el “matrimonio igualitario” se ha ido aceptando y extendiendo por todo nuestro país. Los promotores son muchos, y mucho la inversión de tiempo y dinero en la promoción de dicho estilo de vida.  ¿Qué dice la Palabra de Dios al respecto?

El pasaje de Génesis que encabeza este capítulo, describe la primera familia del mundo. En esa escritura, Dios reúne a un hombre y una mujer y los une en matrimonio. El pasaje de Mateo, por su parte, habla del designio de Dios y su autoridad sobre el matrimonio.

Dado que este tema está al día en nuestro mundo, y dado que la comunidad homosexual radical está exigiendo el reconocimiento de su estilo de vida y el matrimonio entre personas del mismo sexo, creo que es importante que nos tomemos el tiempo para examinar este asunto desde una perspectiva bíblica.

Este problema es importante porque, con el avance de la promoción del matrimonio entre personas del mismo sexo, el matrimonio, tal como lo conocemos, tendrá que redefinirse. Si eso sucede, la misma base de la sociedad y la iglesia se volverán cada vez más inestables y podrían llevar al colapso de nuestra sociedad.  Este problema es importante porque, como lo es la familia, también lo es la iglesia, la comunidad, el gobierno y la nación. Dios diseñó el matrimonio, y por eso es importante que comprendamos, reconozcamos y respetemos ese diseño divino. Los hombres pueden promover la modificación del mismo, pero siempre sin contar con la aprobación del autor original del mismo.

Hagamos un examen bíblico del matrimonio entre personas del mismo sexo. Consideremos lo que dice la Biblia sobre la institución del matrimonio y la abominación de la homosexualidad. Nada en mis palabras tienen el fin de ofender, o insultar, o agredir a nadie. Pero es importante que respetemos la palabra de Dios, y describamos las cosas exactamente como ella lo hace. ¿Qué dice la palabra de Dios sobre el matrimonio, la homosexualidad? ¿Qué podríamos concluir en base a ella con respecto al matrimonio compuesto entre personas del mismo sexo?

LO QUE DICE LA BIBLIA SOBRE EL MATRIMONIO.

Para saber lo que dice la Biblia, y desde luego, lo que dice Dios sobre el matrimonio, es necesario ir al principio. ¿Por qué al principio? Porque es en el principio donde Dios establece la esencia y la naturaleza de todo lo que existe. Todas las cosas son como son, precisamente porque Dios así lo diseñó. El agua tiene las características que tiene, precisamente porque Dios así la diseñó. Si modificamos esa composición de átomos, o añadimos otros que ella no tiene, entonces deja de ser agua. De la misma manera que todo lo que existe, existe como es porque en el principio así fue creado por Dios, y eso mismo se puede decir sobre el matrimonio. ¿Qué dice Dios sobre el matrimonio? Leamos Génesis 2:24 – “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”.

Dios dice que el matrimonio es heterosexual“Por tanto, dejará el HOMBRE a su padre y a su madre, y se unirá a su MUJER, y serán una sola carne” (Génesis 2:24).

¿Qué significa heterosexual? Heterosexual es aquello perteneciente o relativo a la heterosexualidad. Este término hace referencia a la relación erótica entre individuos de diferente sexo. De allí que, al decir Dios, “hombre” y “mujer”, vemos que el matrimonio es compuesto solamente por dos personas de diferente sexo.

Si cambiamos esa composición, entonces ya no es matrimonio, y así, no pueden ser unidos por Dios. La unidad mínima del agua, por ejemplo, es una molécula: H2O. Si a una molécula de agua le añadimos o quitamos un átomo dejaría de ser agua. El Agua Oxigenada (Peróxido de hidrógeno) se diferencia del agua común en un sólo átomo de oxígeno: H2O2. El Peróxido de hidrógeno posee dos átomos de hidrógeno y dos de oxígeno en lugar de uno sólo como el agua.  ¿Ven ustedes? Cuando modificamos las cosas que Dios creó con características particulares y únicas, entonces tenemos algo diferente, y a veces hasta defectuoso.

Para ilustrar lo anterior, consideremos a una persona “transexual”, la cual puede parecer mujer, pero biológicamente siempre será un “hombre”, o siempre será una mujer. De allí que no pueden multiplicarse. El hombre es como es, y la mujer es como es, y así, ambos se complementan entre sí para formar un matrimonio.  Otro tipo o clase de seres humanos no fueron diseñados por Dios, y nunca serán un matrimonio, aunque las personas, o las leyes, o las iglesias así los quieran llamar.

El matrimonio entre personas del mismo sexo, también conocido como matrimonio homosexual, matrimonio igualitario o matrimonio gay, reconoce legal o socialmente un matrimonio formado por contrayentes del mismo sexo biológico o legalmente reconocido. Las primeras leyes de la época actual en reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo fueron aprobadas durante la primera década del siglo XXI. Hasta la actualidad, en 2016, 19 países (Argentina, Bélgica, Brasil, Canadá, Colombia, Dinamarca, España, Estados Unidos, Francia, Irlanda, Islandia, Luxemburgo, Noruega, Nueva Zelanda, Países Bajos, Portugal, Sudáfrica, Suecia y Uruguay) permiten casarse a las parejas del mismo sexo en todo su territorio y otros dos (México y Reino Unido) lo permiten en una parte del mismo. Pero, como vemos, no fue diseñado por Dios, y así, representa una perversión del plan original de Dios para el matrimonio.

Dios dice que el matrimonio es monógamo “Por tanto, dejará EL HOMBRE a su padre y a su madre, y se unirá a SU MUJER, y serán una sola carne” (Génesis 2:24).

La poligamia simultánea (Hombre casado con más de una mujer al mismo tiempo) no es el plan de Dios. La poligamia consecutiva (Hombre divorciado y casado con otra mujer) no es el plan de Dios tampoco.

Dios dice que el matrimonio es permanente“Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y SE UNIRÁ a su mujer, Y SERÁN UNA SOLA CARNE”.

La palabra hebra “ve·da·Vak”, originalmente significa “pegarse”, “adherirse”, “ligarse”, “atarse” (cfr. Job 19:20; 41:17). De ella viene la palabra “pegamento”. La palabra “ligar” significa “obligación”, “sujeto”, “deber” (Thayer). No obstante, dicha condición puede ser positiva o negativa. Una persona puede estar bajo una de estas condiciones:

  1. “ligado” y casado escrituralmente (Mateo 19:5).
  2. “ligado” y no casado (1 Corintios 7:10-11).
  3. Uno de los cónyuges “ligado” mientras está casado no escrituralmente con otro (Marcos 6:17-18; Romanos 7:2-3).
  4. Uno de los cónyuges “ligado” aunque no casado, mientras que el otro está libre (Mateo 19:9).

Cuando hablamos de la unión que existe en el matrimonio escrituralmente formado, es importante entender que es más que un “contrato”, pues bíblicamente en realidad es un “pacto” (Malaquías 2:14). El contrato, según la ley, se puede cancelar, pero el pacto no puede ser cancelado (cfr. Gálatas 3:15). Dios hace “pactos” y cumple todo lo que “promete”. En el matrimonio se hacen “promesas”, se hace un pacto que no puede ser cancelado por el hombre. Quienes cancelan dicho pacto, atentan contra el diseño de Dios para el matrimonio.

Dios dice que el matrimonio es una profunda unión  “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y SERÁN UNA SOLA CARNE”.

El matrimonio debe, entonces, perdurar hasta la muerte – “si su marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que si se uniere a otro marido, no será adúltera” (Romanos 7:3). Esto nos dice que el matrimonio no continúa después de la muerte, es un asunto meramente terrenal, y no continuará hasta la eternidad (cfr. Mateo 22:25-29a). Pero, mientras se viva en él, debe ser perdurable. El ser humano no puede separar esta unión – “Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo 19:6).

Dios nos manda evitar aquello que lo traiciona“No cometerás adulterio” (Éxodo 20:14).

El factor común de los diez mandamientos, es el de respetar cosas sagradas: A Dios, su nombre, su día, la vida, la propiedad y el matrimonio. El adulterio es una violación, una falta de respeto al pacto que se ha hecho delante de Dios.

Por eso es importante aprender y recordar continuamente lo que Dios dice sobre el matrimonio.

LO QUE JESÚS ENSEÑÓ.

Nuestro Señor Jesucristo enseñó sobre el matrimonio, que el tal fue instituido por Dios al principio. Jesús dijo, “¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne?” (Mateo 19:3-4; cfr. Génesis 2:18-25). El matrimonio, según Jesús, fue diseñado para ser compuesto por aquellos que creó, es decir, “varón y hembra” (Mateo 19:4). Dios creó un “varón” y una “hembra”, no más. Y es para ellos que el matrimonio fue diseñado. La enseñanza de Jesús es conforme a la voluntad de Dios, es conforme a las Escrituras.

Jesús también enseño que el matrimonio es para el hombre y la mujer que, al casarse, se unen en una sola carne (Mateo 19:5). Solo un hombre y una mujer, dice el Señor, sólo ellos pueden, ante los ojos de Dios, ser “una sola carne”. Pretender que Dios reconocerá el matrimonio entre “varones”, o entre “mujeres”, es pensar radicalmente diferente a él. Es ir en una dirección diferente a la de Dios.

Jesús también declaró que, el matrimonio entre el hombre y la mujer, es una unión que Dios realiza, no el estado (Mateo 19:6). Jesús dice, “lo que Dios juntó”. Si el gobierno, o alguna iglesia realiza una unión, ¿qué validez tiene ante Dios? ¡Ninguna! Dios es soberano en este asunto. Es él quien junta, y así es él quien reconoce un matrimonio. Y el matrimonio que él reconoce, y en el cual obra, es el que se compone de “varón” y “hembra”.

Jesús también mostró que, la gente, el gobierno o algunas iglesias pueden intentar terminar un matrimonio, pero solo Dios puede comenzar o terminar un matrimonio (Mateo 19:6-9). Mostró claramente que la persona tiene la capacidad de divorciarse y volverse a casar, y aún así cometer y vivir en adulterio (Mateo 5:31-32). Indicó que, si existe repudio, es solamente por causa de fornicación, teniendo el inocente derecho de formar un nuevo matrimonio (Mateo 19:9)

LO QUE ENSEÑARON LOS APÓSTOLES.

En Hebreos 13:4, la escritura nos enseña que el sexo, dentro de la relación matrimonial es honorable. Se sigue que, fuera de la relación matrimonial no lo es. Las relaciones sexuales fuera del matrimonio son deshonrosas.

Para evitar el pecado de fornicación, la satisfacción sexual debe encontrarse en el marco de la unión matrimonial (1 Corintios 7:1-2).

Todas las demás discusiones relacionadas con el matrimonio describen la relación matrimonial como existente entre un “hombre” y una “mujer” (cfr. 1 Corintios 7:3-48; Romanos 7:1-4; Efesios 5:22-33; Colosenses 3:18-19; 1 Timoteo 3:2, 11-12; 5:14; Tito 1:6; 2:4-5; 1 Pedro 3:1-7)

UN RESUMEN BÍBLICO DEL MATRIMONIO.

  1. Las actividades sexuales solamente son honrosas dentro del matrimonio compuesto por un hombre y una mujer.

  1. Las relaciones sexuales fuera del matrimonio son pecaminosas, sean practicadas por heterosexuales u homosexuales.

  1. El matrimonio es una institución divina, y no una institución civil. Mientras que el estado expide licencias de matrimonio y regula la práctica del matrimonio, el matrimonio es una institución divina que une a un hombre y una mujer como una sola carne ante sus ojos.

  1. Dios determina los parámetros que constituyen un matrimonio apropiado. Esos parámetros no son establecidos por los hombres.

  1. La Biblia siempre habla del matrimonio como un pacto que existe entre un hombre y una mujer.

  1. No hay una sola mención sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo como siendo permitido por Dios, aunque la práctica era conocida entre los gentiles.

  1. No hay enseñanza bíblica sobre cómo funcionaría el matrimonio entre personas del mismo sexo, incluso si fueran reconocidos por Dios (cfr. Efesios 5:23).

UNA VISTA BÍBLICA DE LA HOMOSEXUALIDAD

En el Antiguo Testamento.

En la Biblia tenemos algunas referencias a uniones o prácticas homosexuales. En Génesis 19:1-13, leemos sobre ello, cuando los varones de la ciudad, alzaron la voz en referencia a otros varones, diciendo, “¿Dónde están los hombres que llegaron aquí esta noche? Hazlos salir para que podamos tener relaciones sexuales con ellos.” (v. 5/PDT). Por su parte, Lot, quien era un hombre justo (cfr. 2 Pedro 2:7, 8), calificó aquello como un acto de “maldad” (v. 7).  Es verdad que en este tiempo la ley de Dios en forma escrita aún no existía; sin embargo, ¿quién podría decir que la norma de conducta que en dicha ley leemos, era desconocida en el mundo? La verdad es que, aunque los hombres no tenían la ley escrita, ¡sí existía en sus corazones! (cfr. Romanos 2:14-16). Por esa ley escrita en sus corazones, los hombres de Sodoma bien fueron calificados como quienes tenían una “nefanda conducta” y como “malvados” (2 Pedro 2:7). Es así que Pedro hizo referencia a “los hechos inicuos de ellos”.  Entre los profetas, haciendo referencia al mismo evento, dice que “hicieron abominación delante de mí, y cuando lo vi las quité” (Ezequiel 16:50). La abominación aquí referida, no es otra cosa que la homosexualidad de los varones de Sodoma, prohibida y castigada bajo la ley de Moisés (cfr. Levítico 20:13).

La otra referencia la encontramos en la prohibición de Levítico 18:22 y 20:13. Al leer estos textos bíblicos, necesitamos entender que en la Biblia Dios nunca juzga a los individuos con base en los códigos de su propia ética cultural. Sólo la ley de Dios es la norma más alta por medio de la cual los hombres seremos juzgados (Romanos 1:12-16). Con esto en mente, nos damos cuenta que en la ley de Moisés, la homosexualidad es considerada una “abominación” que se castigaba con la pena de muerte.

En Jueces 19:15-25, encontramos el tercer caso de hombres perversos, quienes hicieron lo mismo que los habitantes de Sodoma. En 1 Reyes 14:24, tenemos otra referencia, que dice, “Hubo también sodomitas en la tierra, e hicieron conforme a todas las abominaciones de las naciones que Jehová había echado delante de los hijos de Israel”. En todos estos casos se habla de maldad, perversión y abominación.

En el Nuevo Testamento.

Se dice que las mujeres y los hombres que practican la homosexualidad y el lesbianismo están cometiendo actos contra naturaleza, dejándose llevar por sus pasiones y deseos carnales (Romanos 1:26-27).

El apóstol Pablo dice que, “ni los afeminados, ni los que se echan con varones… heredarán el reino de Dios” (1 Corintios 6:9, 10). También afirma que “la ley” fue dada “para los sodomitas”, calificando dicha práctica como opuesta “a la sana doctrina” (1 Timoteo 1:10)

Finalmente, en la carta de Judas, haciendo referencia a ciudades como Sodoma, Gomorra y otras no mencionadas, las cuales, “habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno” (Judas 7)

Creo que del testimonio de las Escrituras se desprende que Dios ve el matrimonio como una institución entre un hombre y una mujer. También está claro que todas las formas de homosexualidad, y cualquier expresión sexual fuera de la relación matrimonial, es pecaminosa. Concluyamos nuestro tiempo juntos considerando algunas preguntas sobre esta controversia sobre el “matrimonio entre personas del mismo sexo”.

¿Qué tiene de incorrecto?

No es correcto que, por causa de los deseos y la confusión de los hombres, el matrimonio, como institución divina, siendo compuesto por un hombre y una mujer, tenga ahora que ser cambiado por algo distinto, ignorando la voluntad de Dios, así como las necesidades de los niños y la sociedad. Los niños y la sociedad necesitan el matrimonio, y este, compuesto por un varón y una mujer. Si así no fuese el caso, Dios no lo habría diseñado de esa manera.

También representa una seria amenaza para la libertad religiosa. El “matrimonio entre personas del mismo sexo”, influye en lo que se enseña a los niños en las escuelas públicas sobre sexualidad, relaciones y matrimonio. También daría lugar a que individuos u organizaciones religiosas sean estigmatizadas, perseguidas o se les niegue el derecho a ofrecer servicios. En algunos lugares, por ejemplo, existen agencias de adopción que se han visto obligadas a terminar sus servicios, por dejar de ser financiadas por estados donde se promueve el “matrimonio del mismo sexo”. Si “El matrimonio entre personas del mismo sexo” se convierte en la ley de la tierra, las iglesias se verían obligadas a reconocer esos matrimonios como válidos. Los predicadores se verán obligados a no predicar contra dicho estilo de vida, enfrentando multas o el encarcelamiento.

¿La prohibición de los “matrimonios entre personas del mismo sexo” no interfiere con el amor?

El amor es una gran bendición, pero el matrimonio no se trata solo del amor. Por su propia naturaleza, el matrimonio es una institución exclusiva. No se permite que los hermanos, los niños o más de dos personas se casen debido al daño potencial tanto para las personas como para la sociedad. Claramente, el matrimonio no es solo sobre el amor; se trata de unir a un hombre y una mujer en una unión complementaria que crea el mejor ambiente para tener y criar hijos. Es una relación familiar especial que ha sido reconocida por el gobierno debido a los muchos beneficios que aporta a la sociedad.

¿La oposición a los “matrimonios entre personas del mismo sexo”, niega los beneficios cruciales para las parejas del mismo sexo, las parejas no casadas y sus hijos?

Esta es una cortina de humo lanzada por aquellos que están a favor de permitir los “matrimonios entre personas del mismo sexo”. El problema real no son los beneficios; es el matrimonio. Los grupos locales, las empresas privadas y los gobiernos pueden decidir los beneficios por sí mismos. El meollo del asunto es la re definición del matrimonio, nuestra institución social más básica y el mejor entorno familiar para criar niños sanos. Permitir que los gobiernos estatales o locales reconozcan cualquier otra unión legal doméstica socava la institución del matrimonio. El reconocimiento marital no es necesario para la atención médica, el seguro, las visitas al hospital, la educación o muchos otros beneficios que los opositores a tales matrimonios están afirmando.

¿Los opositores de los “matrimonios del mismo sexo” creen que las parejas del mismo sexo no pueden ser buenos padres?

Dos hombres pueden ser, cada uno, un buen padre. De eso no hay duda. Pero, la verdad es que ninguno puede ser madre. Dos mujeres pueden ser individualmente buenas madres, pero ninguna puede ser padre. El ideal para los niños, y el derecho que ellos tienen, siempre ha sido, y siempre será, el cuidado y el amor único e insustituible de su propia madre y su padre casados. Miles de estudios que involucran a niños de padres solteros y hogares rotos, han demostrado que las niñas pequeñas y los niños pequeños necesitan que los padres, hombre y mujer, prosperen. Dos padres del mismo sexo no pueden proporcionar a los a los niños lo que solamente padres de sexo opuesto pueden proporcionar. Los niños se desempeñan mejor cuando son criados por su madre y padre casados. El abrumador cuerpo de evidencia de las ciencias sociales establece que los niños se desempeñan mejor cuando son criados por sus padres casados ​​en un matrimonio de bajo conflicto. Si bien la muerte, el divorcio y otras circunstancias no permiten este entorno ideal para todos los niños, aún así debemos promover y alentar el mejor entorno posible para nuestros hijos, ya sea en el hogar, la escuela o en cualquier otro lugar. Cuando sus hijos son criados por su madre y su padre, experimentan menos pobreza, cometen menos suicidios y menos delitos, tienen la mitad de probabilidades de quedar embarazadas fuera del matrimonio, se desarrollan mejor académicamente y socialmente, y son más saludables física y emocionalmente cuando se convierten en adultos

¿Cuál debería ser nuestra posición sobre los “matrimonios entre personas del mismo sexo”?

Nuestra posición debe ser la misma que la de Dios. Dios ve el matrimonio como una institución entre un hombre y una mujer. Él ve todas las relaciones sexuales del “mismo sexo” como pecaminosas, perjudiciales para la familia y, en última instancia, destructivas para el tejido mismo de la sociedad.  La Biblia no guarda silencio sobre este tema, y ​​tampoco deberíamos hacerlo nosotros.



[1] (INEGI) Estadísticas a propósito del 14 de febrero, matrimonios y Divorcios en México, México, 2017.

domingo, 20 de enero de 2019

Notas sobre Génesis 1:1, 2.

“En el principio”.

Del hebreo “re'shit”, palabra que indica el comienzo o inicio de algo. ¿El principio de qué? De “los cielos y la tierra”. Todo lo que existe tuvo un principio. Ese principio se debe a que “Dios creó” todas las cosas. A pesar de que el  francés Antoine-Laurent Lavoisier (1743-1794), a quien se le conoce como el padre de la química, en base a sus experimentos llegó a la conclusión de que “la materia no se crea”, la verdad es que, tanto “los cielos y la tierra”, todo lo que existe tuvo un “principio”.  La materia fue creada, y a partir de eso, tiene las cualidades necesarias para su función, mismas que la hacen parecer eterna, y así será dentro del tiempo en que Dios determine su existencia.  Llegará un día en que la materia sencillamente dejará de ser (cfr. 2 Pedro 3:10, 12). Es por esta verdad que todo lo que existe es llamado “la creación” (cfr. Marcos 10:6; Marcos 13:19; 2 Pedro 3:4). Todo fue creado por Dios (cfr. Hechos 4:24). 

“creó”
Es importante que usted note que, al crear Dios los cielos y la tierra, es cuando inicia "el principio”.  Existen personas confundidas que creen que entre los versos 1 y 2 de éste capítulo, hay una "brecha de millones de años". La palabra "principio" contradice esa idea.  Si aquí es donde tiene su "principio" la creación, entonces lo que dicen los versos 1 al 3, son parte de este principio.  Es verdad que en Génesis 1:1 leemos la palabra "bará", que significa generar o crear algo de la nada, en lugar de la palabra "asah", la cual, según los promotores de la llamada "teoría de la brecha" (véase verso 2); significa "remodelar" o “producir cosas de materia existente”.  Con esta "distinción", ellos creen que Dios creó de la nada la tierra hace millones de años, mismos que pasaron antes de un supuesto cataclismo entre el verso 1 y 2, y así, Dios procedió a "remodelar" lo que había creado hace "millones de años".  Tal distinción es falsa.  En la Biblia vemos que la palabra "asah", se usa para hacer referencia a lo que Dios hizo en Génesis 1:1.  Véase Génesis 1:31; Génesis 2:2-4; Éxodo 20:11; 2 Reyes 19:5; 2 Crónicas 2:12; Nehemías 9:6; Salmos 33:6; Salmos 96:5; Salmos 115:15; Salmos 121:2; Salmos 124:8; Salmos 134:3; Salmos 136:5; Salmos 146:6; Proverbios 8:26; Eclesiastés 3:11; Isaías 37:16; Isaías 44:24; Isaías 45:12, 18; Jeremías 10:12; Jeremías 27:5; Jeremías 32:17; Jeremías 51:15.  ¿Hay distinción, entonces, entre "bará" y "asah"? Apelar a su distinción semántica y establecerse allí una diferencia en la narración que nos ocupa, es negar por completo el uso que hace la Biblia de dichos términos.  Ambos describen el acto creativo de Dios "en el principio".

“creó Dios”
Este primer versículo hace notar también que, nada en los cielos, ni nada en la tierra, es Dios.  Los antiguos, particularmente en los tiempos de Moisés, creían que los astros, o la tierra misma, eran dioses. No obstante, este verso hace notar que no son dioses, sino producto del poder del Dios verdadero.  La grandeza misma de la creación, es decir, de la tierra y el universo, nos dan testimonio, o son una evidencia, una huella, una marca de la grandeza de Dios (cfr. Isaías 43:7; Apocalipsis 4:11; Proverbios 8:22ss).  De ahí que leemos en el salmo 19:1, "los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos".  En Romanos 1:20, Pablo explica que "las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas".  ¡Cuán grande es su eterno poder! ¡Cuán sublime es su naturaleza! (cfr. Salmo 33).  Por tanto, ¿dónde podremos encontrar aliento y guía para nuestras almas? No en las cosas creadas, sino en Dios. El salmista dijo, “Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra.” (Salmo 121:1-2).

“Dios”
¿Quién creó todas las cosas? Fue el Dios que se revela en la Biblia, y no ninguno de los “dioses falsos” de las naciones. Mientras que el Dios de la Biblia es eterno, y no así la materia, el dios egipcio “Amón-Ra”, emergió de “un océano infinito de aguas inmóviles” que es conocido como “Nun”. El dios egipcio no es eterno. Mientras que el Dios de la Biblia crea todas las cosas, tales como el cielo, el aire, la humedad, etc., los egipcios conciben a todas esas cosas como “dioses”, tales como “Shu” (dios del aire), “Tefnut” (diosa de la humedad), “Geb” (dios de la tierra) y “Nut” (diosa del cielo), y así una gran variedad de dioses por los que nace el universo. Mientas que el Dios de la Biblia forma al hombre del polvo de la tierra, y sopla en su nariz aliento de vida, para que sea a su imagen y semejanza, los egipcios suponen que “Jnum”, un dios con forma de carnero, dio forma al hombre en un torno, en el cual no solo dio forma al cuerpo sino también al alma. El mito se hace evidente.  La versión persa no se queda atrás, en la que conocemos a un dios “andrógino”, quien concibe a dos gemélos (Ahira Mazda y Angra Mainyu). Se cuenta que Angra Mainyu cayó en al abismo y comenzó el gobierno de Ahira Mazda. Pero se inició una lucha entre ambos espíritus. Ahira Mazda creó el mundo físico, a Gosh (el toro primordial) y al primer ser humano mortal (Gayomard). Angra Mainyu, que por elección propia hace el mal (era capaz de hacer el bien y para demostrarlo creó el pavo real) pretendió destruir el mundo. Dispuesto a ello, corrió por las aguas (que se hicieron saladas), por la tierra (que se convirtió en desierto), mató a las plantas, al toro y al humano.  El esperma de Gayomard fue conducido al sol; el de Gosh, a la luna. De éste surgieron, de nuevo, las plantas y animales. Del de Gayomard -tras cuarenta años enterrado- aparecería un ruibarbo andrógino, que daría lugar a la primera pareja de humanos: Mashyagh y Mashyanagh. Otra vez, el mito se hace evidente.  Entonces, no es verdad que de las partes del cuerpo de “Vritria” se hizo el universo (Versión Hindú), no es verdad que de una especie de huevo nacieron “Pan-ku” para convertirse en todo el universo, para luego los hombres ser moldeados por la diosa “Nueka” (Versión China), no es verdad que del seno del “Caos” surgió “Gea” (la tierra) de la que se separaron “Eros” y “Tártaro”, y de quien también surgió todo lo que existe (versión griega). Y así, diversas culturas, y diversos dioses tales como “Ymar”, “Ometecuhtli” entre otros, sino el Dios de la Biblia. Fue el eterno Dios que, con sabiduría, creó todas las cosas.

“los cielos y la tierra”
Si Dios creó todo lo que existe, entonces solo Dios es eterno (Salmo 90:2). Se declara de manera enfática y directa, sin ambigüedad alguna, que "los cielos y la tierra" fueron producto del poder y la sabiduría de Dios (cfr. Jeremías 51:15). El apóstol Pablo declaró por inspiración divina que, "lo que se ve fue hecho de lo que no se veía" (Hebreos 11:3).  No, el mundo que conocemos ahora no fue producto de materia alguna que haya sido manipulada por Dios para darle forma. Por el contrario, de la nada, Dios hizo cada uno de los elementos que compone el universo (cfr. Isaías 40:26; Isaías 42:5, 12; Isaías 45:18; Isaías 65:17).  El salmista David nos ofrece una explicación excelente de la manera en que Dios creó los cielos y la tierra: "él dijo, y fue hecho; Él mandó, y existió" (Salmo 33:9).   Desde luego, toda esta creación tuvo el propósito de beneficiar a un ser que, en apariencia, es insignificante ante todo lo creado, aunque no menos asombroso en su funcionamiento. Este ser es el hombre.  Los versos 26-28, de Génesis 1, me hacen llegar a tal conclusión.  El salmista también dice, "Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies: Ovejas y bueyes, todo ello, y asimismo las bestias del campo, las aves de los cielos y los peces del mar; todo cuanto pasa por los senderos del mar." (Salmo 8:4-8).

Es notable también el hecho de que, en este verso, encontramos los fundamentos de la ciencia. El famoso filósofo británico Herbert Spencer, (1820-1903), después de prácticamente toda una vida de estudio, declaró que hay básicamente cinco fundamentos de la ciencia: tiempo, fuerza, acción, espacio y materia. Sin embargo, cientos de años antes que él naciera, Moisés escribió en este verso, “En el principio (tiempo) creó (acción) Dios (fuerza) los cielos (espacio) y la tierra (materia)". Esto nos muestra que, aunque la Biblia no es un libro científico, por inspiración divina los escritores bíblicos hicieron declaraciones científicas ignoradas por la ciencia, y descubiertas en los tiempos modernos. La declaración bíblica es científicamente acertada.

Génesis 1:2

La conjunción "y", nos indica que el relato que viene a continuación, de ninguna manera representan hechos llevados a cabo en otro tiempo o época en distinción con lo hecho por Dios en el verso 1.  Algunos creen que hay millones de años entre los versículos 1 y 2.  Estas ideas son parte de la llamada, "Teoría de la brecha", ¿qué teoría es esa? Ella postula que existe un lapso indefinido de tiempo entre Génesis 1:1 y Génesis 1:2. Este lapso de tiempo usualmente se entiende como uno bastante extenso (millones de años) y también se dice que abarca las llamadas “eras geológicas.”  Los proponentes de la teoría de la brecha postulan que un juicio cataclísmico fue decretado sobre la tierra como resultado de la caída de Lucifer (Satanás), y que los versos subsiguientes de Génesis capítulo 1 describen una re-creación o reformación de la tierra a partir de un estado caótico y no un esfuerzo inicial de creación por parte de Dios.  Tal cosa es un error, y no representa sino el torpe esfuerzo por querer armonizar lo que dice la Biblia con una mala ciencia. Dado que las teorías científicas declaran que la tierra tiene "millones de años", algunos predicadores no pueden creer que la Biblia declare que la creación fue llevada a cabo en un periodo corto de siete días, y así, tener una creación joven. Ellos no quieren creer eso, y entonces inventan teorías como esa, y así no parecer ignorantes ante las críticas que el mundo incrédulo hace de la narración bíblica (Véase verso 1, comentarios sobre "bará").

“la tierra estaba”
Los promotores de la "teoría de la brecha", afirman que la palabra "estaba", en realidad significa "se volvió", o "llegó a ser", dando a entender así que, la tierra, como es descrita en el verso 2, no tuvo ese estado caótico al principio, sino que con ese cataclismo que trajo Dios sobre la tierra, entonces es que ella "llegó a ser desordenada".  Es verdad que en diversos contextos la palabra "hayah" significa "llegar a ser" o "volverse" (cfr. Génesis 3:22; Génesis 19:26; Génesis 21:20 y Éxodo 7:19; Éxodo 8:17; Éxodo 9:10). Pero, al considerar todos los textos antes citados, se hace evidente el uso del término "hayah", y en cada caso, ninguno de los sujetos bajo consideración existía originalmente en la condición mencionada.  La esposa de Lot no era una estatua de sal, ni tampoco el agua era sangre, sino que "llegó a ser" sangre, y la mujer llegó a ser una “estatua de sal”.  No obstante, es el contexto en cada pasaje el que nos indica, naturalmente, ese uso peculiar del término "hayah".  Sin embargo, en otros contextos, en el que se incluye Génesis 1:2, la palabra "hayah" no significa "llegar a ser", sino que describe al objeto en su estado natural o actual en determinado momento.  Por ejemplo, en Jonás 3:3, dice que Nínive, "era una ciudad grande en extremo".  Nínive "era", "hayah", y nadie se atrevería a declarar que Nínive "llegó a ser" o "se convirtió" en una ciudad grande cuando Jonás entró en ella, ¿verdad? Cuando Jonás entró en ella, "hayah", describe su condición existente en ese momento. De la misma manera en Génesis 1:2, "hayah" describe la condición existente de la tierra en el momento mismo de su creación.  No hay nada en el verso 1 que nos lleve a entender dicho término de otra manera. Así estaba la tierra, esa era su condición al momento de ser creada. La única manera de entender ese término con otro sentido que el que naturalmente tiene, es metiendo una "teoría" en medio de los versos 1 y 2. Sin embargo, esa teoría no es bíblica, no es de Dios, sino de los hombres. Dejemos el texto como está, y entendamos el término tal como debe ser entendido. Así estaba la tierra el día que fue creada.

“desordenada y vacía”
Estas palabras describen la condición de la tierra al momento de ser creada. Los promotores de la "teorgía de la brecha" dicen que no, que tal condición es efecto de un juicio divino que cayó sobre la tierra, destruyendo a la humanidad pre adámica.  Para fundamentar esa tesis, nos apuntan a dos textos bíblicos, a saber, Isaías 24:1 y Jeremías 4:23, en los que aparecen las mismas palabras de nuestro texto.  Es verdad que las frases, "vacía la tierra y la desnuda" y "asolada y vacía" son el efecto propio del juicio de Dios que dejó caer sobre las ciudades allí involucradas. Sin embargo, la interpretación de dichos términos, como siendo efecto de un juicio divino, se debe precisamente a que el contexto así lo indica.  Tales expresiones no están solas. Las acompaña un contexto por el que podemos saber la causa de su condición, y en ese contexto, efectivamente, tal estado es debido a un juicio.  Por su parte, el contexto de la frase, "desordana y vacía" en Génesis 1:2, no es un juicio divino, sino el acto mismo de la creación. Luego, la condición de la tierra es efecto mismo de la creación, y no de cierto juicio que alguien suponga, introduciendo un contexto ajeno al que Génesis mismo determina. Entonces, una cosa es que aquellas ciudades estén arruinadas debido al juicio descrito en el contexto, y otra cosa es que la tierra tenga dicha condición por las mismas razones. El contexto hace imposible semejante interpretación. En Génesis no hay juicio, no hay ruina, sino el acto de crear. Al momento de la tierra ser creada, en ese instante se encontraba desordenada, sin forma y vacía, es decir, sin vida, ni habitantes.  Las condiciones terrestres en ese preciso momento no eran apropiadas para la vida. Pero solo fue en ese momento, en el momento mismo de que fue creada.  En Isaías 45:18, dice que Dios no creó la tierra "en vano".  En este pasaje aparece la palabra "tohu", y así, algunos interpretan que al momento de ser creada la tierra, no fue creada "en vano", es decir, "vacía" o "inhabitada", y que solamente llegó a ese estado, precisamente por un evento desastroso que ocurrió entre el verso 1 y el verso 2. Sin embargo, una lectura cuidadosa del texto de Isaías, nos hace entender el pasaje como una indicación del propósito por el cual Dios hizo la tierra, y no como una referencia a su condición.  Isaías dice, "para que fuese habitada la creó". La tierra fue "formada", "compuesta" o "creada" precisamente para ser "habitada". No fue creada "en vano", es decir, para estar vacía.  Luego, el texto no habla de las condiciones de la tierra, sino sobre el fin por el cual fue creada. Una cosa es declarar el propósito, y otra cosa es explicar las condiciones. No se confunda.

"el Espíritu se movía sobre la faz de las aguas"
¿Quién se movía? No se movía "la fuerza de Dios", sino el "Espíritu de Dios", traducción del hebreo "Ruah Elohim".  Desde luego, toda palabra tiene un significado radical. "Ruah" es "viento", pero no quiere decir que Dios sea "viento", ¿verdad? (cfr Juan 4:24).  Traducir la frase, "Ruah Elohim", como "la fuerza activa de Dios", no responde a una traducción, sino a una interpretación. Quienes promueven esa clase de traducción, lo hacen porque niegan la personalidad del Espíritu Santo. No obstante, la personalidad del Espíritu Santo es revelada en la Biblia.  El Espíritu Santo enseña, recuerda, consuela y guía (Juan 14:26); da testimonio (Juan 15:26); guía, hablando lo que oye, y declarando cosas futuras (Juan 16:13); aboga o intercede (Romanos 8:27); concluye verdades de manera razonable (Hechos 15:28); habla frases enteras y comprensibles (Hechos 8:26; Apocalipsis 14:13); escoge y llama para el ministerio (Hechos 13:2); envía obreros a predicar (Hechos 13:4); es llamado Dios (Hechos 5:3, 4); habló por medio de los profetas (Hechos 28:25); oír al Espíritu Santo es oír a Jehová (Hechos 28:25 con Isaías 9:6); crea y da vida (Job 33:4); inspiró a los escritores bíblicos (2 Pedro 1:21); es omnipotente (Romanos 15:3; 19); es adorado (Salmo 95;6-9; Hebreos 3:7-9 con Isaías 63:19 y Hechos 7:51); tiene “intención” o “mente” (Romanos 8:27); puede “entender” o “comprender”, lo cual implica su “inteligencia” (1 Corintios 2:11); es omnipotente (Romanos 15:13); ama (Romanos 15:13); determina con voluntad (1 Corintios 2:11); es creador (Job 33:4), convence (Juan 16:18), manda y prohíbe (Hechos 8:29; 11:12; 16:6, 7); explica (1 Timoteo 4:1); dio a los hombres la habilidad de hablar en varios dialectos (Hechos 2:4); obró el milagro de la concepción en la virgen María (Mateo 1:20); sella a los santos (Efesios 4:30); intercede por los santos (Romanos 8:26); puede ser entristecido (Efesios 4:30); se le puede hacer enojar (Isaías 63:10); invita (Apocalipsis 22:17) y clama (Gálatas 4:6).

Finalmente, el erudito w. e. vine, comenta: "la Biblia habla a menudo acerca del «Espíritu» de Dios, la tercera persona de la Trinidad. Este es el significado de rûaj la primera vez que aparece el término: «Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas» (Génesis 1:2 RVR). Isaías 63:10-11 y Salmo 51:12 hablan específicamente del «Espíritu Santo o libre»..." (Diccionario de palabras del Antiguo Testamento - Edición e-Sword 10).