
Como la mayoría de ustedes
saben, en México se ha generado un gran debate sobre los matrimonios entre
personas del mismo sexo. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía
(INEGI), en 2015 se registraron 558 mil matrimonios. De estos, el 99.7%
correspondieron a uniones legales de personas de distinto sexo, mientras que
1,749, es decir el 0.3% fueron matrimonios legales entre población del mismo
sexo. En México, la legalización de los matrimonios
homoparentales inició a escala local desde el 2009, cuando la Asamblea
Legislativa del Distrito Federal aprobó el matrimonio entre personas del mismo
sexo. Luego se sumaron Quintana Roo, Coahuila, Chihuahua, Nayarit, Jalisco,
Guerrero, Campeche, Michoacán, Morelos, Colima y Chiapas. Según Miguel Ángel
Morales Sandoval, Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM, y Graciela Gutiérrez
Garza, Economista por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores Monterrey,
“Mientras en todo el país, los
matrimonios heterosexuales tienden a la baja y el número de divorcios va en
crecimiento, las parejas del mismo sexo —al menos en las estadísticas— parecen
gozar de una mayor estabilidad”.
En el año 2016, el expresidente
Enrique Peña Nieto envió al Congreso una iniciativa de reforma para incluir en
el artículo 4o. Constitucional el derecho al matrimonio igualitario
que además contempla la adopción, tal y como lo determinó la Suprema Corte de
Justicia de la Nación para así contar con un modelo nacional. El expresidente
anunció que se buscaba “reconocer como un
derecho humano que las personas puedan contraer matrimonio sin discriminación
alguna… Es decir, que los matrimonios se realicen sin discriminación por
motivos de origen étnico o nacional, de discapacidades, de condición social, de
condiciones de salud, de religión, de género o preferencias sexuales”. No
obstante, y después de un intenso debate que se extendió por todo el país, la
iniciativa presidencial fue desechada en el Congreso. El debate sigue, pero poco a poco el
“matrimonio igualitario” se ha ido aceptando y extendiendo por todo nuestro
país. Los promotores son muchos, y mucho la inversión de tiempo y dinero en la
promoción de dicho estilo de vida. ¿Qué
dice la Palabra de Dios al respecto?
El pasaje de Génesis que
encabeza este capítulo, describe la primera familia del mundo. En esa
escritura, Dios reúne a un hombre y una mujer y los une en matrimonio. El
pasaje de Mateo, por su parte, habla del designio de Dios y su autoridad sobre
el matrimonio.
Dado que este tema está al día
en nuestro mundo, y dado que la comunidad homosexual radical está exigiendo el
reconocimiento de su estilo de vida y el matrimonio entre personas del mismo
sexo, creo que es importante que nos tomemos el tiempo para examinar este
asunto desde una perspectiva bíblica.
Este problema es importante
porque, con el avance de la promoción del matrimonio entre personas del mismo
sexo, el matrimonio, tal como lo conocemos, tendrá que redefinirse. Si eso
sucede, la misma base de la sociedad y la iglesia se volverán cada vez más
inestables y podrían llevar al colapso de nuestra sociedad. Este problema es importante porque, como lo es
la familia, también lo es la iglesia, la comunidad, el gobierno y la nación.
Dios diseñó el matrimonio, y por eso es importante que comprendamos,
reconozcamos y respetemos ese diseño divino. Los hombres pueden promover la
modificación del mismo, pero siempre sin contar con la aprobación del autor
original del mismo.
Hagamos un examen bíblico
del matrimonio entre personas del mismo sexo. Consideremos lo que dice la
Biblia sobre la institución del matrimonio y la abominación de la
homosexualidad. Nada en mis palabras tienen el fin de ofender, o insultar, o
agredir a nadie. Pero es importante que respetemos la palabra de Dios, y
describamos las cosas exactamente como ella lo hace. ¿Qué dice la palabra de
Dios sobre el matrimonio, la homosexualidad? ¿Qué podríamos concluir en base a
ella con respecto al matrimonio compuesto entre personas del mismo sexo?
LO QUE DICE LA BIBLIA SOBRE EL MATRIMONIO.
Para saber lo que dice la
Biblia, y desde luego, lo que dice Dios sobre el matrimonio, es necesario ir al
principio. ¿Por qué al principio? Porque es en el principio donde Dios
establece la esencia y la naturaleza de todo lo que existe. Todas las cosas son
como son, precisamente porque Dios así lo diseñó. El agua tiene las
características que tiene, precisamente porque Dios así la diseñó. Si
modificamos esa composición de átomos, o añadimos otros que ella no tiene, entonces
deja de ser agua. De la misma manera que todo lo que existe, existe como es
porque en el principio así fue creado por Dios, y eso mismo se puede decir
sobre el matrimonio. ¿Qué dice Dios sobre el matrimonio? Leamos Génesis 2:24 – “Por
tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán
una sola carne”.
Dios dice que el matrimonio
es heterosexual – “Por tanto, dejará el HOMBRE a su padre y a
su madre, y se unirá a su MUJER, y serán una sola carne” (Génesis 2:24).
¿Qué significa
heterosexual? Heterosexual es aquello perteneciente o relativo a la
heterosexualidad. Este término hace referencia a la relación erótica entre
individuos de diferente sexo. De allí que, al decir Dios, “hombre” y “mujer”,
vemos que el matrimonio es compuesto solamente por dos personas de diferente
sexo.
Si cambiamos esa
composición, entonces ya no es matrimonio, y así, no pueden ser unidos por
Dios. La unidad mínima del agua, por ejemplo, es una molécula: H2O. Si a una
molécula de agua le añadimos o quitamos un átomo dejaría de ser agua. El Agua
Oxigenada (Peróxido de hidrógeno) se diferencia del agua común en un sólo átomo
de oxígeno: H2O2. El Peróxido de hidrógeno posee dos átomos de hidrógeno y dos
de oxígeno en lugar de uno sólo como el agua.
¿Ven ustedes? Cuando modificamos las cosas que Dios creó con
características particulares y únicas, entonces tenemos algo diferente, y a
veces hasta defectuoso.
Para ilustrar lo anterior,
consideremos a una persona “transexual”, la cual puede parecer mujer, pero
biológicamente siempre será un “hombre”, o siempre será una mujer. De allí que
no pueden multiplicarse. El hombre es como es, y la mujer es como es, y así,
ambos se complementan entre sí para formar un matrimonio. Otro tipo o clase de seres humanos no fueron
diseñados por Dios, y nunca serán un matrimonio, aunque las personas, o las
leyes, o las iglesias así los quieran llamar.
El matrimonio entre
personas del mismo sexo, también conocido como matrimonio homosexual,
matrimonio igualitario o matrimonio gay, reconoce legal o socialmente un
matrimonio formado por contrayentes del mismo sexo biológico o legalmente
reconocido. Las primeras leyes de la época actual en reconocer el matrimonio
entre personas del mismo sexo fueron aprobadas durante la primera década del
siglo XXI. Hasta la actualidad, en 2016, 19 países (Argentina, Bélgica, Brasil,
Canadá, Colombia, Dinamarca, España, Estados Unidos, Francia, Irlanda,
Islandia, Luxemburgo, Noruega, Nueva Zelanda, Países Bajos, Portugal,
Sudáfrica, Suecia y Uruguay) permiten casarse a las parejas del mismo sexo en
todo su territorio y otros dos (México y Reino Unido) lo permiten en una parte
del mismo. Pero, como vemos, no fue diseñado por Dios, y así, representa una
perversión del plan original de Dios para el matrimonio.
Dios dice que el matrimonio
es monógamo – “Por tanto, dejará EL HOMBRE a su padre y a
su madre, y se unirá a SU MUJER, y serán una sola carne” (Génesis
2:24).
La poligamia simultánea
(Hombre casado con más de una mujer al mismo tiempo) no es el plan de Dios. La poligamia
consecutiva (Hombre divorciado y casado con otra mujer) no es el plan de Dios
tampoco.
Dios dice que el matrimonio
es permanente – “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a
su madre, y SE UNIRÁ a su mujer, Y SERÁN UNA SOLA CARNE”.
La palabra hebra
“ve·da·Vak”, originalmente significa “pegarse”, “adherirse”, “ligarse”,
“atarse” (cfr. Job 19:20; 41:17). De ella viene la palabra “pegamento”. La
palabra “ligar” significa “obligación”, “sujeto”, “deber” (Thayer). No
obstante, dicha condición puede ser positiva o negativa. Una persona puede
estar bajo una de estas condiciones:
- “ligado” y
casado escrituralmente (Mateo 19:5).
- “ligado” y no
casado (1 Corintios 7:10-11).
- Uno de los
cónyuges “ligado” mientras está casado no escrituralmente con otro (Marcos
6:17-18; Romanos 7:2-3).
- Uno de los
cónyuges “ligado” aunque no casado, mientras que el otro está libre (Mateo
19:9).
Cuando hablamos de la unión
que existe en el matrimonio escrituralmente formado, es importante entender que
es más que un “contrato”, pues bíblicamente en realidad es un “pacto”
(Malaquías 2:14). El contrato, según la ley, se puede cancelar, pero el pacto
no puede ser cancelado (cfr. Gálatas 3:15). Dios hace “pactos” y cumple todo lo
que “promete”. En el matrimonio se hacen “promesas”, se hace un pacto que no
puede ser cancelado por el hombre. Quienes cancelan dicho pacto, atentan contra
el diseño de Dios para el matrimonio.
Dios dice que el matrimonio
es una profunda unión – “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a
su madre, y se unirá a su mujer, y SERÁN UNA SOLA CARNE”.
El matrimonio debe,
entonces, perdurar hasta la muerte – “si su marido muriere, es libre de esa ley, de
tal manera que si se uniere a otro marido, no será adúltera” (Romanos
7:3). Esto nos dice que el matrimonio no continúa después de la muerte, es un
asunto meramente terrenal, y no continuará hasta la eternidad (cfr. Mateo
22:25-29a). Pero, mientras se viva en él, debe ser perdurable. El ser humano no
puede separar esta unión – “Así que no son ya más dos, sino una sola
carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo
19:6).
Dios nos manda evitar
aquello que lo traiciona – “No cometerás adulterio”
(Éxodo 20:14).
El factor común de los diez
mandamientos, es el de respetar cosas sagradas: A Dios, su nombre, su día, la
vida, la propiedad y el matrimonio. El adulterio es una violación, una falta de
respeto al pacto que se ha hecho delante de Dios.
Por eso es importante
aprender y recordar continuamente lo que Dios dice sobre el matrimonio.
LO QUE JESÚS ENSEÑÓ.
Nuestro Señor Jesucristo
enseñó sobre el matrimonio, que el tal fue instituido por Dios al principio. Jesús
dijo, “¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los
hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y
los dos serán una sola carne?” (Mateo 19:3-4; cfr. Génesis 2:18-25). El
matrimonio, según Jesús, fue diseñado para ser compuesto por aquellos que creó,
es decir, “varón y hembra” (Mateo 19:4). Dios creó un “varón” y una
“hembra”, no más. Y es para ellos que el matrimonio fue diseñado. La enseñanza
de Jesús es conforme a la voluntad de Dios, es conforme a las Escrituras.
Jesús también enseño que el
matrimonio es para el hombre y la mujer que, al casarse, se unen en una sola
carne (Mateo 19:5). Solo un hombre y una mujer, dice el Señor, sólo ellos
pueden, ante los ojos de Dios, ser “una sola carne”. Pretender que Dios reconocerá
el matrimonio entre “varones”, o entre “mujeres”, es pensar radicalmente
diferente a él. Es ir en una dirección diferente a la de Dios.
Jesús también declaró que,
el matrimonio entre el hombre y la mujer, es una unión que Dios realiza, no el
estado (Mateo 19:6). Jesús dice, “lo que Dios juntó”. Si el gobierno, o alguna
iglesia realiza una unión, ¿qué validez tiene ante Dios? ¡Ninguna! Dios es
soberano en este asunto. Es él quien junta, y así es él quien reconoce un
matrimonio. Y el matrimonio que él reconoce, y en el cual obra, es el que se
compone de “varón” y “hembra”.
Jesús también mostró que, la
gente, el gobierno o algunas iglesias pueden intentar terminar un matrimonio,
pero solo Dios puede comenzar o terminar un matrimonio (Mateo 19:6-9). Mostró
claramente que la persona tiene la capacidad de divorciarse y volverse a casar,
y aún así cometer y vivir en adulterio (Mateo 5:31-32). Indicó que, si existe
repudio, es solamente por causa de fornicación, teniendo el inocente derecho de
formar un nuevo matrimonio (Mateo 19:9)
LO QUE ENSEÑARON LOS APÓSTOLES.
En Hebreos 13:4, la
escritura nos enseña que el sexo, dentro de la relación matrimonial es
honorable. Se sigue que, fuera de la relación matrimonial no lo es. Las
relaciones sexuales fuera del matrimonio son deshonrosas.
Para evitar el pecado de
fornicación, la satisfacción sexual debe encontrarse en el marco de la unión
matrimonial (1 Corintios 7:1-2).
Todas las demás discusiones
relacionadas con el matrimonio describen la relación matrimonial como existente
entre un “hombre” y una “mujer” (cfr. 1 Corintios 7:3-48; Romanos 7:1-4;
Efesios 5:22-33; Colosenses 3:18-19; 1 Timoteo 3:2, 11-12; 5:14; Tito 1:6;
2:4-5; 1 Pedro 3:1-7)
UN RESUMEN BÍBLICO DEL MATRIMONIO.
- Las actividades
sexuales solamente son honrosas dentro del matrimonio compuesto por un
hombre y una mujer.
- Las relaciones
sexuales fuera del matrimonio son pecaminosas, sean practicadas por
heterosexuales u homosexuales.
- El matrimonio
es una institución divina, y no una institución civil. Mientras que el
estado expide licencias de matrimonio y regula la práctica del matrimonio,
el matrimonio es una institución divina que une a un hombre y una mujer
como una sola carne ante sus ojos.
- Dios determina
los parámetros que constituyen un matrimonio apropiado. Esos parámetros no
son establecidos por los hombres.
- La Biblia
siempre habla del matrimonio como un pacto que existe entre un hombre y
una mujer.
- No hay una sola
mención sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo como siendo
permitido por Dios, aunque la práctica era conocida entre los gentiles.
- No hay
enseñanza bíblica sobre cómo funcionaría el matrimonio entre personas del
mismo sexo, incluso si fueran reconocidos por Dios (cfr. Efesios 5:23).
UNA VISTA BÍBLICA DE LA HOMOSEXUALIDAD
En el Antiguo Testamento.
En la Biblia tenemos
algunas referencias a uniones o prácticas homosexuales. En Génesis 19:1-13,
leemos sobre ello, cuando los varones de la ciudad, alzaron la voz en
referencia a otros varones, diciendo, “¿Dónde están los hombres que llegaron aquí
esta noche? Hazlos salir para que podamos tener relaciones sexuales con ellos.”
(v. 5/PDT). Por su parte, Lot, quien era un hombre justo (cfr. 2 Pedro 2:7, 8),
calificó aquello como un acto de “maldad” (v. 7). Es verdad que en este tiempo la ley de Dios
en forma escrita aún no existía; sin embargo, ¿quién podría decir que la norma
de conducta que en dicha ley leemos, era desconocida en el mundo? La verdad es
que, aunque los hombres no tenían la ley escrita, ¡sí existía en sus corazones!
(cfr. Romanos 2:14-16). Por esa ley escrita en sus corazones, los hombres de
Sodoma bien fueron calificados como quienes tenían una “nefanda conducta” y como
“malvados”
(2 Pedro 2:7). Es así que Pedro hizo referencia a “los hechos inicuos de ellos”. Entre los profetas, haciendo referencia al
mismo evento, dice que “hicieron abominación delante de mí, y
cuando lo vi las quité” (Ezequiel 16:50). La abominación aquí referida,
no es otra cosa que la homosexualidad de los varones de Sodoma, prohibida y
castigada bajo la ley de Moisés (cfr. Levítico 20:13).
La otra referencia la
encontramos en la prohibición de Levítico 18:22 y 20:13. Al leer estos textos
bíblicos, necesitamos entender que en la Biblia Dios nunca juzga a los
individuos con base en los códigos de su propia ética cultural. Sólo la ley de
Dios es la norma más alta por medio de la cual los hombres seremos juzgados
(Romanos 1:12-16). Con esto en mente, nos damos cuenta que en la ley de Moisés,
la homosexualidad es considerada una “abominación” que se castigaba con
la pena de muerte.
En Jueces 19:15-25, encontramos
el tercer caso de hombres perversos, quienes hicieron lo mismo que los
habitantes de Sodoma. En 1 Reyes 14:24, tenemos otra referencia, que dice, “Hubo
también sodomitas en la tierra, e hicieron conforme a todas las abominaciones
de las naciones que Jehová había echado delante de los hijos de Israel”.
En todos estos casos se habla de maldad, perversión y abominación.
En el Nuevo Testamento.
Se dice que las mujeres y
los hombres que practican la homosexualidad y el lesbianismo están cometiendo
actos contra naturaleza, dejándose llevar por sus pasiones y deseos carnales (Romanos
1:26-27).
El apóstol Pablo dice que, “ni
los afeminados, ni los que se echan con varones… heredarán el reino de Dios”
(1 Corintios 6:9, 10). También afirma que “la ley” fue dada “para
los sodomitas”, calificando dicha práctica como opuesta “a la
sana doctrina” (1 Timoteo 1:10)
Finalmente, en la carta de
Judas, haciendo referencia a ciudades como Sodoma, Gomorra y otras no
mencionadas, las cuales, “habiendo fornicado e ido en pos de vicios
contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego
eterno” (Judas 7)
Creo que del testimonio de
las Escrituras se desprende que Dios ve el matrimonio como una institución
entre un hombre y una mujer. También está claro que todas las formas de
homosexualidad, y cualquier expresión sexual fuera de la relación matrimonial,
es pecaminosa. Concluyamos nuestro tiempo juntos considerando algunas preguntas
sobre esta controversia sobre el “matrimonio entre personas del mismo sexo”.
¿Qué tiene de incorrecto?
No es correcto que, por
causa de los deseos y la confusión de los hombres, el matrimonio, como institución
divina, siendo compuesto por un hombre y una mujer, tenga ahora que ser
cambiado por algo distinto, ignorando la voluntad de Dios, así como las
necesidades de los niños y la sociedad. Los niños y la sociedad necesitan el
matrimonio, y este, compuesto por un varón y una mujer. Si así no fuese el
caso, Dios no lo habría diseñado de esa manera.
También representa una
seria amenaza para la libertad religiosa. El “matrimonio entre personas del
mismo sexo”, influye en lo que se enseña a los niños en las escuelas públicas
sobre sexualidad, relaciones y matrimonio. También daría lugar a que individuos
u organizaciones religiosas sean estigmatizadas, perseguidas o se les niegue el
derecho a ofrecer servicios. En algunos lugares, por ejemplo, existen agencias
de adopción que se han visto obligadas a terminar sus servicios, por dejar de
ser financiadas por estados donde se promueve el “matrimonio del mismo sexo”. Si
“El matrimonio entre personas del mismo sexo” se convierte en la ley de la
tierra, las iglesias se verían obligadas a reconocer esos matrimonios como
válidos. Los predicadores se verán obligados a no predicar contra dicho estilo
de vida, enfrentando multas o el encarcelamiento.
¿La prohibición de los “matrimonios
entre personas del mismo sexo” no interfiere con el amor?
El amor es una gran bendición,
pero el matrimonio no se trata solo del amor. Por su propia naturaleza, el
matrimonio es una institución exclusiva. No se permite que los hermanos, los
niños o más de dos personas se casen debido al daño potencial tanto para las
personas como para la sociedad. Claramente, el matrimonio no es solo sobre el
amor; se trata de unir a un hombre y una mujer en una unión complementaria que
crea el mejor ambiente para tener y criar hijos. Es una relación familiar
especial que ha sido reconocida por el gobierno debido a los muchos beneficios
que aporta a la sociedad.
¿La oposición a los “matrimonios
entre personas del mismo sexo”, niega los beneficios cruciales para las parejas
del mismo sexo, las parejas no casadas y sus hijos?
Esta es una cortina de humo
lanzada por aquellos que están a favor de permitir los “matrimonios entre personas
del mismo sexo”. El problema real no son los beneficios; es el matrimonio. Los
grupos locales, las empresas privadas y los gobiernos pueden decidir los
beneficios por sí mismos. El meollo del asunto es la re definición del
matrimonio, nuestra institución social más básica y el mejor entorno familiar
para criar niños sanos. Permitir que los gobiernos estatales o locales
reconozcan cualquier otra unión legal doméstica socava la institución del
matrimonio. El reconocimiento marital no es necesario para la atención médica,
el seguro, las visitas al hospital, la educación o muchos otros beneficios que
los opositores a tales matrimonios están afirmando.
¿Los opositores de los “matrimonios
del mismo sexo” creen que las parejas del mismo sexo no pueden ser buenos
padres?
Dos hombres pueden ser,
cada uno, un buen padre. De eso no hay duda. Pero, la verdad es que ninguno
puede ser madre. Dos mujeres pueden ser individualmente buenas madres, pero
ninguna puede ser padre. El ideal para los niños, y el derecho que ellos
tienen, siempre ha sido, y siempre será, el cuidado y el amor único e
insustituible de su propia madre y su padre casados. Miles de estudios que
involucran a niños de padres solteros y hogares rotos, han demostrado que las
niñas pequeñas y los niños pequeños necesitan que los padres, hombre y mujer,
prosperen. Dos padres del mismo sexo no pueden proporcionar a los a los niños
lo que solamente padres de sexo opuesto pueden proporcionar. Los niños se
desempeñan mejor cuando son criados por su madre y padre casados. El abrumador
cuerpo de evidencia de las ciencias sociales establece que los niños se
desempeñan mejor cuando son criados por sus padres casados en un matrimonio
de bajo conflicto. Si bien la muerte, el divorcio y otras circunstancias no permiten
este entorno ideal para todos los niños, aún así debemos promover y alentar el
mejor entorno posible para nuestros hijos, ya sea en el hogar, la escuela o en
cualquier otro lugar. Cuando sus hijos son criados por su madre y su padre,
experimentan menos pobreza, cometen menos suicidios y menos delitos, tienen la
mitad de probabilidades de quedar embarazadas fuera del matrimonio, se
desarrollan mejor académicamente y socialmente, y son más saludables física y
emocionalmente cuando se convierten en adultos
¿Cuál debería ser nuestra
posición sobre los “matrimonios entre personas del mismo sexo”?
Nuestra posición debe ser
la misma que la de Dios. Dios ve el matrimonio como una institución entre un
hombre y una mujer. Él ve todas las relaciones sexuales del “mismo sexo” como
pecaminosas, perjudiciales para la familia y, en última instancia, destructivas
para el tejido mismo de la sociedad. La
Biblia no guarda silencio sobre este tema, y tampoco deberíamos hacerlo
nosotros.