lunes, 23 de noviembre de 2020
domingo, 15 de noviembre de 2020
Nadando en un mar de emociones.
Génesis 43:15-34
Este pasaje comienza
con diez de los hermanos de José que salen de Canaán y hacen un segundo viaje a
Egipto para comprar grano. La primera vez que fueron, se encontraron cara a
cara con el Primer Ministro del país, pero no sabían que no era otro que José, el
hermano que habían vendido como esclavo veinte años antes.
Es posible que no hayan reconocido a José, pero él sabía exactamente quiénes eran. Usó su reunión para intentar que comprendieran la culpa de su pasado. José había encarcelado a su hermano Simeón y había enviado a los hermanos restantes a casa. Los despidió con órdenes de que no regresaran a menos que trajeran con ellos a su hermano menor, Benjamín.
lunes, 4 de febrero de 2019
El Camino de Caín (Génesis 4:1-13).
Cualquiera que lea Génesis con
cuidado, se percata que es el libro de los comienzos. Génesis registra el
comienzo del universo, el mundo, el sol, la luna y las estrellas, la vida
animal, la vida vegetal y la vida humana; junto con muchas otras cosas
importantes.
En los primeros once capítulos de
Génesis aparecen muchas “primeras” cosas. El primer hombre, la primera mujer,
el primer mandamiento de Dios, el primer matrimonio, el primer hogar, el primer
pecado, la primera muerte, el primer sacrificio, el primer culto, el primer
asesinato, la primera maldición, y así sucesivamente.
En este pasaje, el Señor nos da
un vistazo dentro de la primera familia del mundo. Y no es que sean los únicos,
pero Caín y Abel, hijos de Adán y Eva, son el centro de atención de los
versículos que en esta ocasión estaremos abordando.
Este pasaje es muy rico en
diversos temas. No obstante, en esta ocasión estaré abordando el que, creo yo,
es el más importante de todos. En la vida de Caín, se ve un retrato de cada
pecador perdido que ha existido. Caín es el arquetipo, el prototipo de todo
pecador que lo siga a ese mundo. Cuando uno ve detenidamente a Caín, se hace
evidente la encarnación de Proverbios 16:26, que dice, “Hay camino que parece derecho al
hombre, pero su fin es camino de muerte”. Este verso describe perfectamente la vida de
Caín. Pero también describe las vidas de todos aquellos que viven, no por fe,
sino que caminan según la carne. Es un estilo de vida que la Biblia llama “el
camino de Caín” (Judas 11). El pasaje que estudiaremos hoy revela las
características de todos aquellos que se niegan a vivir la vida según la
Palabra y la voluntad de Dios.
viernes, 25 de enero de 2019
LA GRACIA DE DIOS EN LA CAÍDA DEL HOMBRE (Génesis 3:1-24).
El libro de Génesis es una maravillosa exposición de Dios.
Es el libro de teología por excelencia. Una lectura motivada por la devoción,
mostrará al Dios verdadero en todo su esplendor. No he leído otro libro que
revele al Creador como lo hace el Génesis; y en el presente capítulo, se nos
muestra otra de las cualidades de nuestro Dios, su gracia.
¿Qué es la gracia de Dios? Sin
entrar en términos técnicos y a veces sumamente complicados, diremos
sencillamente que se trata de la respuesta de Dios ante la más grande necesidad
humana. La gracia de Dios exhibe la misericordia y el amor de Dios por el
hombre. Aún cuando el hombre es culpable delante de su presencia, y aún cuando
fuese justo castigarlo, Dios primero ofrece el perdón, y proporciona el medio
para lograrlo.
En Génesis aprendemos sobre el
origen del hombre, y también sobre su caída. La caída hace referencia al
momento en que el hombre dejó de tener comunión con Dios. Es el momento en que
el hombre decide tomar su propio camino. Es el momento en que rechaza la
voluntad de Dios para seguir su propio corazón y rendirse a sus deseos. La humanidad existente hasta ese día, por
decisión propia, fue sumergida en la más densa oscuridad espiritual y mental.
El pecado entró en el corazón del hombre e hizo allí su habitación. La muerte
se hizo presente como efecto natural de tan lamentable decisión y en ese
terrible instante cuando el hombre pecó contra Dios y contra sí mismo, el
hombre murió y así quedó separado espiritualmente del Dios Todopoderoso.
A partir de la caída, el hombre
se volvió impotente y torpe. La inocencia y sabiduría con que Dios lo había
creado, fue dañada. Sus pensamientos se tornaron malvados. Su visión de la vida
se hizo gris y su experiencia se tornó sumamente amarga. Perdió su capacidad
para mantener una relación correcta con su creador. Perdió su capacidad de
vivir en armonía consigo mismo y con otros humanos, por muy cercanos a él que
fuesen.
En medio de esta desgracia, Dios
buscó al hombre perdido. Aunque intencionalmente el hombre quiso alejarse y
esconderse de Dios, aún así el dador de vida buscó establecer una relación con
él. Consideremos los hechos de Dios en medio de este asunto. Veamos como es que,
en medio de tanta sombra de muerte, una luz de vida y esperanza brilló como la
más importante y característica obra de Dios para con el hombre pecador.
LA RAZÓN DE LA CAÍDA.
La caída del hombre se produjo, por dejar de confiar en la palabra de
Dios. ¿Qué es lo que el hombre sabía con respecto al árbol de la ciencia?
¿Qué es lo que Dios le había mandado? En el versículo 3, Eva lo expresó así, “del
fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni
le tocaréis, para que no muráis” (Génesis 3:3). Las palabras de Dios no fueron difíciles de
entender. Fueron sencillas y claras, como quien entrega instrucciones a un
inocente niño. Eva aprendió que no debía comer de su fruto, dada la
consecuencia mortal de hacerlo. Por tanto, concluyó que no debía ¡ni
tocarlo! Cuando uno oye y cree a la
Palabra de Dios, está consciente de los límites que deben existir en nuestros
hechos y pensamientos, para no dañar nuestras vidas. De hecho, uno está seguro
cuando oye y cree la Palabra de Dios (cfr. Salmo 119:105; Proverbios 4:4, 7).
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