Cualquiera que lea Génesis con
cuidado, se percata que es el libro de los comienzos. Génesis registra el
comienzo del universo, el mundo, el sol, la luna y las estrellas, la vida
animal, la vida vegetal y la vida humana; junto con muchas otras cosas
importantes.
En los primeros once capítulos de
Génesis aparecen muchas “primeras” cosas. El primer hombre, la primera mujer,
el primer mandamiento de Dios, el primer matrimonio, el primer hogar, el primer
pecado, la primera muerte, el primer sacrificio, el primer culto, el primer
asesinato, la primera maldición, y así sucesivamente.
En este pasaje, el Señor nos da
un vistazo dentro de la primera familia del mundo. Y no es que sean los únicos,
pero Caín y Abel, hijos de Adán y Eva, son el centro de atención de los
versículos que en esta ocasión estaremos abordando.
Este pasaje es muy rico en
diversos temas. No obstante, en esta ocasión estaré abordando el que, creo yo,
es el más importante de todos. En la vida de Caín, se ve un retrato de cada
pecador perdido que ha existido. Caín es el arquetipo, el prototipo de todo
pecador que lo siga a ese mundo. Cuando uno ve detenidamente a Caín, se hace
evidente la encarnación de Proverbios 16:26, que dice, “Hay camino que parece derecho al
hombre, pero su fin es camino de muerte”. Este verso describe perfectamente la vida de
Caín. Pero también describe las vidas de todos aquellos que viven, no por fe,
sino que caminan según la carne. Es un estilo de vida que la Biblia llama “el
camino de Caín” (Judas 11). El pasaje que estudiaremos hoy revela las
características de todos aquellos que se niegan a vivir la vida según la
Palabra y la voluntad de Dios.